viernes, 31 de julio de 2009

Tranquilo viejo, tranquilo












Mi vieja amiga virtual Ana Laura, mejor conocida como Tita Merello (1902-2002), pareció hablarme o mejor dicho cantarme el otro día, por supuesto desde el más allá.
Llego a la casa y entro como tropel de locos, con el estrés coronando. Buscando bajar la tensión me entrego en el refugio de mis brazos más protectores: la música. Tita que sale y empieza, ella siempre tiene la virtud de cautivarme al punto de ponerme a reír a gritos y llorar a berridos conforme cambia de canción.

Ella no solo era cantante sino también actriz. Por eso, su calidad interpretativa es tan grandiosa, tan cautivante, que yo me atrevo a llamarla “la Marlene Dietrich latina”, si es que los argentinos me dejan considerarlos hijos de América, por más influencia o influenza europea que tengan.

Yo intentando bajar el estrés y Tita susurrando a mis oídos: “La vida es corta y el pasarla a te de tilo, preocupado y con estrilo, ché, me parece que es atroz”. Cierto, ciertísimo, no más que yo me trago el te de menta, cuatro en un día y 5 tazas de café negro y sin azúcar (o sea, buen cariñito le hago al cuerpo). Ni hablar de los cigarrillos.

“Es un siglo de aspirinas, surmenajes y de locos”. Correcto, sean Advil (las favoritas de mi familia), Dorival o cualquier antibiótico, ahora tomamos calmantes (ja,ja) para todo. Ni hablar de las alergias: hoy resulta que existe gente alérgica al cigarro, lo cual me hace preguntarme cada vez que enciendo uno: ¿Dónde estaban en los 70, cuando todo el mundo la quemaba y nadie tenía ni la más mínima reacción? ¿Será acaso que tanta aspirina nos ha hecho más débiles?

“Tranquilo viejo, tranquilo”, canta con una voz híper-paciente. Sí, creo que esa voz debería retumbar constantemente en nuestras mentes para llamarnos a la calma. Es que es tan fácil perder los estribos hoy, volverse loco en un instante. Ruido, mucho ruido nos rodea. Tanto que ahorita tengo a un italiano hablando a gritos a mi lado y escucho los alaridos de otra gente no tan lejos. La gente hoy se comunica a gritos, todo es ruido. Hasta la música: entre reggaetón y electrónica, la cantidad de sonidos y decibeles es más de lo que un oído humano puede soportar y, sin embargo, los aguantamos.

La canción suena una y otra vez. Para mí esto es cátedra. Ya más calmado tras la reflexión originada por Tita, fumo un cigarro (sorry por los benditos alérgicos, pero ellos no pagan mi renta) y la escucho coronar su final veraz, crucial: “Suprimí las disparadas y acercate a la razón, sofrénate y acordate que tenés un corazón”.

Ana Laura, Tita: gracias por ser uno de mis mejores calmantes sin efectos químicos, sin ingredientes artificiales, sin ruidos aniquilantes y sobre todo gracias por darme mi mejor medicina: la pasión, que me inunda cada vez que te escucho.

miércoles, 22 de julio de 2009

Lágrimas en el país más feliz del mundo


Y ahora resulta que el informe Happy Planet revela que el nuestro es el país más feliz del mundo. Entre 143 paises, los ticos nos jactamos de vivir la filosofía de “Pura Vida”, que aterrizándola en la vida diaria pareciera sacada de una caja de cereal.

La organización británica The New Economics Foundation, que elabora el mentado reporte, utiliza tres variables para la calsificación: esperanza de vida al nacer, nivel de satisfacción que expresan los habitantes del país y prácticas ecológicas.

En cuanto a lo viejos que nos morimos, parece que los datos son acertados -78.5 años-. Pero no se qué beneficio tendrá vivir más pero con menos cada vez: dinero, calidad, atención, afecto, esperanzas… la lista puede ser interminable, sin dejar de lado la salud.

Con referencia a la satisfacción mostrada …Bueno, debo decir, en un influenciado lenguaje al estilo de Yolanda Oreamuno, que los ticos expresamos una realidad y vivimos otra. Nos la pasamos quejando de todo pero a la hora de dar declaraciones parecemos empleados del ICT: todo es bello, perfecto y hasta incluso podríamos mentirle al turista y hacerle creer que comemos tortillas palmeadas cada día y no la plástica tortirica. Igual tendríamos la desfachatez de asegurar que aunque vivamos en un condo de lujo, conservamos las tradiciones y la mentalidad de vida en la casona de adobe.

Como pocos, vivo en el mero centro de San Jose. Como muchos, soy testigo de la cantidad creciente de niños que deambulan por las calles, la gente que pide limosna –que nombre mas elegante-, los indigentes, la droga consumida a vista y paciencia y, por supuesto, la inseguridad ciudadana. Hablando de esto último, hace dos días escuche disparos cerca de casa y me encontré con la sorpresa de un pobre crisitano baleado en el suelo, que para muchos pasaba a ser parte del paisaje, porque para colmo el “pura vida” no contempla ser solidario ni compasivo.

¿Prácticas ecológicas? ¿Cuáles? ¿Alguna vez han intentado reciclar su basura? Si es así, sabrán entonces lo que cuesta conseguir a alguien que se encargue de recogerla. Vayan a la isla de San Lucas y verán a donde van a parar los desperdicios del Valle Central o bien piensen en el tratamiento que se da a la basura tecnológica. Estos son solo unos pocos ejemplos, de nuestra conciencia ecológica gourmet.

No entiendo, seré pesimista o lo que quieran, pero las buenas noticias cuando son falsas no pueden ser agradables. ¿Por qué siempre nos hemos empeñado en mostrar un estilo de vida que no es nuestro y que no podemos pagar? ¿Es eso importante, vital o soy tan solo un comunista -dicho sea de paso, obsoleto- que no entiende por qué es vital llevar una bufanda Armani por donde se vea la marca en un país tropical como el nuestro. O por qué hacernos "sabiondos" sobre el vino y pretender hablar contundentemente, con autoridad al respecto cuando venimos de “ay pa entro” y nos criaron a punta de agua dulce.

Hay algo podrido acá y esto no es Dinamarca, sino el país que tenemos y el que pretendemos mostrar, muy diferentes por cierto: uno hecho con ingredientes autóctonos, auténticos y naturales y el otro hecho de plástico, tetas de silicona, una farándula sin talento y un gallinero de nuevos ricos que nunca entendieron que para vivir con garbo no solo se necesita el dinero, hay que prepararse sin perder lo que uno es y ha sido. Como dice el dicho: “La mujer del César no solo debe de serlo sino también mostrarlo”.

Vivimos ahora en un país desigual, muy desigual, donde hay llanto, hambre, violencia, necesidad. La gente más afectada ya empezó a reventar, porque ya no hay pan, ni quedaron galletas, pero sí muchas Maria Antonietas que se niegan a ver la realidad de la patria, que dicen amar a su país pero no hacen nada, ni siquiera pensar que esta vida es un sube y baja y que hoy están arriba pero mañana, no más mañana, podrían volver a estar abajo.