lunes, 26 de enero de 2009

La Columna Rota de Frida

En 1944 y debido al gran dolor que sus múltiples padecimientos le ocasionaban, Frida Kahlo pintó este autoretrato.  Personalmente creo que el dolor en esta imagen trasciende lo meramente físico y se coloca en lo vital, en el centro de la vida misma.

Hace unos días, en un intento por describir a mi madre cómo me sentía tras autoretratarme como "Un adulto roto", en un acto de absoluta honestidad con la fuente de mi vida, hice uso de este cuadro como parábola.

Al decir mis palabras comprendí y comulgué con esta mexicana de oro en su dolor.  Quisiera pensar que Frida pudo finalmente reparar esa columna rota, desearía que el cuerpo abierto y mutilado por los clavos también logró sanar.  Que el paisaje árido que la rodea, y que es el mismo que ahora siento a mi alrededor, se llenó de verde algún día.  Todo esto lo pienso, lo espero y lo añoro no en beneficio propio solamente sino en un pacto de comunión, de hermandad, con el dolor, ese mal tan necesario como el aceite de bacalao que nos daban de niños para poder crecer más fuertes.

Equipaje extraviado



Vengo a hacer un reclamo.  En este último viaje perdí mi equipaje, o me lo robaron. 

¿Qué describa cómo es la maleta?  Bueno, es de cuero, de piel muy curtida por los años de vuelo. Algunas esquinas están ya rotas, de tanto andar.  El color últimamente era negruzco, pero originalmente era claro y con brillo.  El material de que está hecha era muy suave, pero el tiempo lo fue endureciendo.

¿Tenía algún nombre, seña o dirección?  Sí, claro.  El caso es que ya la dirección no corresponde y el nombre que tenía no es el mío.  Usted verá, era una maleta compartida y el nombre era –según yo creía-, como una especie de extensión del mío. Mejor dejemos de lado las señas, por aquello de la nostalgia.

 ¿Descripción de contenidos?  Bueno, tal vez con esto sí se pueda localizar.  Adentro llevaba una bolsa de compromisos, bien usados, eso sí, porque en ellos creía y por ende los utilizaba diariamente. 

También iba un libro de días, que cubría un periodo de unos tres años.  Narra historias de todo tipo, por aquello que decidan hojearlo, pero sobre todo muchas de solidaridad, compañía, afecto –que intentaba mostrar aunque no fuese bien entendido- y un gran número de ilusiones –sí, así de cursi-, que esas sí están nuevas, listas para usar porque nunca se dio la ocasión para estrenarlas.

Creo que eso es todo lo relevante que puedo decir para intentar recuperar mi equipaje perdido.  Ese órgano con el que la gente dice querer, que a mi se me hace más como un músculo, no iba en la maleta.  Fíjese que lo saqué en el último momento porque se había fracturado y yo personalmente lo iba a remendar.  Ahora el trabajo es muy difícil, porque se va como secando.

Los amigos siempre los llevo en el equipaje de mano.  Es que son una necesidad constante y urgente y con ellos he podido vestirme todos estos días.  Ellos son como el libro favorito que uno siempre está leyendo y gracias a su apoyo puedo plantarme ahora a hacer este reclamo.

Ayúdeme, por favor.  Tengo tantas pertenencias valiosas dentro de mi equipaje que aunque sé que no regresará intacto, espero fervientemente encontrarlo.


domingo, 11 de enero de 2009

Terremoto


Estaba colgando entre el aire y un leve almuerzo cuando me agarró.  Al principio pensé que solo era un pequeño temblor, pero conforme la tierra comenzó a hacer aeróbicos me percaté que la cosa iba en serio.

En medio del terremoto, yo siempre Virgo absoluto, comencé a pensar, a evocar a la gente que quiero.  Con todos sus defectos y virtudes, a todos los perdoné si habían hecho algo malo y me concentré en enviarles buenas vibras y lo mejor, solo lo mejor.  Ante todos, estabas vos.

A veces es necesario que nos muevan la tierra para poder asentar todos esos pensamientos que nos aturden porque andan por ahí y no están aterrizados.  A veces resulta indispensable un ¨socollón¨ para saber decir: ¨te quiero¨.