jueves, 17 de abril de 2008

Amor de humanos, amor de perros


El amor es otro pacto social. Luego de una noche de sostener batallas perdidas y ganadas, razones discutidas y calladas, de muchos buenos recuerdos, amargos silencios y vivir, vivir intentando prolongarse en la sombra de otra cabeza, en una sola mente y corazón … pude darme cuenta que no solo debemos enamorar a quien escogemos, nos escoge o ejercita una escogencia mutua. También hay que flirtear y conquistar a una bandada de amigos, que no siempre te reciben con los brazos abiertos sino con las garras a flor de piel.

Es un gran absurdo pero lamentablemente una realidad en nosotros los humanos y por eso hay que tener sumo cuidado a la hora de escoger más que amistades, amigos. Sí, como aquellos que aconsejaban y desaconsejaban a Bridget Jones, pero que nunca la desamparaban y lograban acomodarse todos en un Mini Morris. Así son los amigos y también quienes se disfrazan de ellos.

Tras dejar tantos cabos sueltos en esta maraña de pasados, presentes y futuros que algunos intentan vedar, tras levantar no solo a los soldados sino también a los mismos caballos caídos en esta apocalíptica batalla del amor, después de recorrer una y otra vez caminos sitiados, campos minados, llenos de los cuerpos muertos de tantas intenciones … Tras dejar todo eso y más bajo el archivo de una sola noche llegué a casa y encontré golpeando la puerta de ventana un pequeño pero gran motivo para entender que tal vez esa convención social que implica a otros en una escogencia afectiva es un grave error de nosotros los humanos: luego de abrir la puerta ella saltó, me dio un beso chupado y se acurrucó a mi lado, como tratando de demostrarme que su amor no necesitaba de la aprobación de nadie.


En cuestión de segundos, esa pequeña perrita logró enseñarme que para amar es mejor seguir su ejemplo y dejar de lado algunos ejercicios colectivos absurdos.

No hay comentarios: