miércoles, 1 de octubre de 2008

Turbulencia


Creo que he perdido el rumbo. Ese fue el pensamiento a mitad del viaje. Pregunté entonces a una de esas maravillosas azafatas, tripulantes de a bordo, asistentes de cabina, sobrecargos, en fin a la persona que recibe toda esa gama de nombres que resume un complejo oficio: el de calmar los ánimos de quienes temen a las alturas o a las experiencias a las cuales no están habituados.

En mi vida, en mi vuelo, cuento, a Dios gracias, con muchos asistentes de esta cabina tan ordenada a veces, tan desordenada otras, pero que siempre acuden al llamado del botón sobre mi cabeza - o quizás dentro de la misma-. Bueno, el caso es que la llamé y le pregunté hacia dónde iba mi rumbo. Ella sonrió y contestó: "No siempre sabemos con certeza hacia dónde nos lleva este vuelo, pero no pasa nada, no hay que alburearse sino seguir, continuar". Sabias palabras, sobre todo cuando te sientes como suspendido en el aire, en el tiempo, en el medio de la nada...flotando.

De repente todo empezó a conmocionarse, mi cabina giraba de arriba hacia abajo como una coctelera. Nuevamente me asusté y presioné el botón. Esta vez acudió un sobrecargo, que amablemente me dijo: "Tranquilo, ya pasará, como todo en la vida, el viaje continúa".

Gracias y perdón por olvidar mencionarlos y mencionarlas antes. En un vuelo ordinario, como en el de nuestro propio destino, siempre necesitamos de estas gentes, de estos maravillosos asistentes que nos calman cada vez que nuestros miedos, fobias, preocupaciones o sueños que aún no se cumplen nos provocan una pequeña, mediana o catastrófica turbulencia.

1 comentario:

González Luis dijo...

me alegro que tengas asistentes y azafatas para ti, para tu viaje. Todos los tenemos, unos más que otros o incluso, algunos que no se ven.
Es bueno...releerse uno mismo.