Se nos fue Julita el viernes, en silencio y privacidad. Como Yolanda, como algunos que han trascendido, su muerte no fue noticia y pocos asistieron a su funeral.
Yo la recordé jugando con mi papá en una finca de Los Cartagos, cuando ambos eran pequeños, según él contaba.
También la recordé en la noche en que la conocí, cuando mi amiga Ana María Parra me llevó al penúltimo concierto de Los Machucambos en el país. Posteriormente acudimos a una fiesta y ahí cruzamos unas palabras. Siempre estuve por llamarla y hasta el número telefónico obtuve, pero nunca lo hice, un poco por respeto a la privacidad que ella quiso defender y que tomó su mano a la hora del adiós definitivo.
Hoy encontré un aforismo que me parece resume su vida:
"Se viaja y se viaja, pero se acaba por volver a casa; se vive y se vive, pero se acaba por volver a la tierra".
Julita, la Gran Julita, pidió que cremaran su cuerpo y que sus cenizas cubrieran el verdor de la montaña, en Escazú.
Un cha,cha,cha y una canción indígena para su memoria.