Guapísima, talentosa y sobre todo muy humana, así, sin ninguna máscara, se mostró Kylie Minogue el sábado en su primer concierto en Latinoamérica, en Bogota.
Con Camisa Negra
No solo se animó a practicar un español muy básico pero digno en su intención de comunicarse con su público, sino también tuvo la preocupación -de la que muchos artistas carecen- de conocer algo de la cultura del país con el que abría su gira y regaló a los colombianos su propia versión de La Camisa Negra, también cantada en español -¿Cómo te queda el ojo Madonna?-
Que canta, canta. Así quedó demostrado a toda vista con todas y cada una de las canciones, pero sobre todo con I Believe in You, que entonó casi a capella y en la que lució toda la versatilidad y frescura de su voz. Con Slow su garganta se expandió y contrajo tanto como su cuerpo, en un orgasmo de placer visual y auditivo que llenó el aire de feronomas sin miras de género específico alguno.
Salvo el lugar, todo lo demás del concierto fue organizado a la perfección. Nunca había estado en un concierto con mejor sonido, con proyecciones inmejorables, coreografías y coros maravillosos, en fin, todo. El equipo de Kylie se mira siempre sonriente -préstenle cuidado al de otras disque divas- y creo que ello se refleja una buena jefa.
Tras recorrer los nuevos caminos y los viejos de su larga trayectoria musical, ella cerró el show con una simple y bella interpretación de Somewhere, del musical West Side History, y su himno Better the Devil you Know, que la cantó como nunca, con ritmos latinos aderezados con un poquito de Bossa nova.
La gente no la dejó irse y ella sonrió, se sonrojó y volvió dos veces más. Dijo que usualmente el show terminaba ahí, pero el público quería más y ella también quería más del público. Así que volvió a sus principios y pese a que le pedían The Locomotion, ella, TODOS, cantaron I Should be so Lucky.
Todos quedaron impresionados con semejante concierto, pero creo que quien se llevó la mayor, la mejor impresión fue la misma Kylie. La vida de un artista no es solo cantar sino saber ser, saber vivir y comulgar en carisma con sus fans, que son quienes le dan de comer al artista. Tal vez sin saberlo, Kylie cumple con ello.
Con Camisa Negra
No solo se animó a practicar un español muy básico pero digno en su intención de comunicarse con su público, sino también tuvo la preocupación -de la que muchos artistas carecen- de conocer algo de la cultura del país con el que abría su gira y regaló a los colombianos su propia versión de La Camisa Negra, también cantada en español -¿Cómo te queda el ojo Madonna?-
Que canta, canta. Así quedó demostrado a toda vista con todas y cada una de las canciones, pero sobre todo con I Believe in You, que entonó casi a capella y en la que lució toda la versatilidad y frescura de su voz. Con Slow su garganta se expandió y contrajo tanto como su cuerpo, en un orgasmo de placer visual y auditivo que llenó el aire de feronomas sin miras de género específico alguno.
Salvo el lugar, todo lo demás del concierto fue organizado a la perfección. Nunca había estado en un concierto con mejor sonido, con proyecciones inmejorables, coreografías y coros maravillosos, en fin, todo. El equipo de Kylie se mira siempre sonriente -préstenle cuidado al de otras disque divas- y creo que ello se refleja una buena jefa.
Tras recorrer los nuevos caminos y los viejos de su larga trayectoria musical, ella cerró el show con una simple y bella interpretación de Somewhere, del musical West Side History, y su himno Better the Devil you Know, que la cantó como nunca, con ritmos latinos aderezados con un poquito de Bossa nova.
La gente no la dejó irse y ella sonrió, se sonrojó y volvió dos veces más. Dijo que usualmente el show terminaba ahí, pero el público quería más y ella también quería más del público. Así que volvió a sus principios y pese a que le pedían The Locomotion, ella, TODOS, cantaron I Should be so Lucky.
Todos quedaron impresionados con semejante concierto, pero creo que quien se llevó la mayor, la mejor impresión fue la misma Kylie. La vida de un artista no es solo cantar sino saber ser, saber vivir y comulgar en carisma con sus fans, que son quienes le dan de comer al artista. Tal vez sin saberlo, Kylie cumple con ello.
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