Y ahora resulta que el informe Happy Planet revela que el nuestro es el país más feliz del mundo. Entre 143 paises, los ticos nos jactamos de vivir la filosofía de “Pura Vida”, que aterrizándola en la vida diaria pareciera sacada de una caja de cereal.
La organización británica The New Economics Foundation, que elabora el mentado reporte, utiliza tres variables para la calsificación: esperanza de vida al nacer, nivel de satisfacción que expresan los habitantes del país y prácticas ecológicas.
En cuanto a lo viejos que nos morimos, parece que los datos son acertados -78.5 años-. Pero no se qué beneficio tendrá vivir más pero con menos cada vez: dinero, calidad, atención, afecto, esperanzas… la lista puede ser interminable, sin dejar de lado la salud.
Con referencia a la satisfacción mostrada …Bueno, debo decir, en un influenciado lenguaje al estilo de Yolanda Oreamuno, que los ticos expresamos una realidad y vivimos otra. Nos la pasamos quejando de todo pero a la hora de dar declaraciones parecemos empleados del ICT: todo es bello, perfecto y hasta incluso podríamos mentirle al turista y hacerle creer que comemos tortillas palmeadas cada día y no la plástica tortirica. Igual tendríamos la desfachatez de asegurar que aunque vivamos en un condo de lujo, conservamos las tradiciones y la mentalidad de vida en la casona de adobe.
Como pocos, vivo en el mero centro de San Jose. Como muchos, soy testigo de la cantidad creciente de niños que deambulan por las calles, la gente que pide limosna –que nombre mas elegante-, los indigentes, la droga consumida a vista y paciencia y, por supuesto, la inseguridad ciudadana. Hablando de esto último, hace dos días escuche disparos cerca de casa y me encontré con la sorpresa de un pobre crisitano baleado en el suelo, que para muchos pasaba a ser parte del paisaje, porque para colmo el “pura vida” no contempla ser solidario ni compasivo.
¿Prácticas ecológicas? ¿Cuáles? ¿Alguna vez han intentado reciclar su basura? Si es así, sabrán entonces lo que cuesta conseguir a alguien que se encargue de recogerla. Vayan a la isla de San Lucas y verán a donde van a parar los desperdicios del Valle Central o bien piensen en el tratamiento que se da a la basura tecnológica. Estos son solo unos pocos ejemplos, de nuestra conciencia ecológica gourmet.
No entiendo, seré pesimista o lo que quieran, pero las buenas noticias cuando son falsas no pueden ser agradables. ¿Por qué siempre nos hemos empeñado en mostrar un estilo de vida que no es nuestro y que no podemos pagar? ¿Es eso importante, vital o soy tan solo un comunista -dicho sea de paso, obsoleto- que no entiende por qué es vital llevar una bufanda Armani por donde se vea la marca en un país tropical como el nuestro. O por qué hacernos "sabiondos" sobre el vino y pretender hablar contundentemente, con autoridad al respecto cuando venimos de “ay pa entro” y nos criaron a punta de agua dulce.
Hay algo podrido acá y esto no es Dinamarca, sino el país que tenemos y el que pretendemos mostrar, muy diferentes por cierto: uno hecho con ingredientes autóctonos, auténticos y naturales y el otro hecho de plástico, tetas de silicona, una farándula sin talento y un gallinero de nuevos ricos que nunca entendieron que para vivir con garbo no solo se necesita el dinero, hay que prepararse sin perder lo que uno es y ha sido. Como dice el dicho: “La mujer del César no solo debe de serlo sino también mostrarlo”.
Vivimos ahora en un país desigual, muy desigual, donde hay llanto, hambre, violencia, necesidad. La gente más afectada ya empezó a reventar, porque ya no hay pan, ni quedaron galletas, pero sí muchas Maria Antonietas que se niegan a ver la realidad de la patria, que dicen amar a su país pero no hacen nada, ni siquiera pensar que esta vida es un sube y baja y que hoy están arriba pero mañana, no más mañana, podrían volver a estar abajo.
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