Estaba colgando entre el aire y un leve almuerzo cuando me agarró. Al principio pensé que solo era un pequeño temblor, pero conforme la tierra comenzó a hacer aeróbicos me percaté que la cosa iba en serio.
En medio del terremoto, yo siempre Virgo absoluto, comencé a pensar, a evocar a la gente que quiero. Con todos sus defectos y virtudes, a todos los perdoné si habían hecho algo malo y me concentré en enviarles buenas vibras y lo mejor, solo lo mejor. Ante todos, estabas vos.
A veces es necesario que nos muevan la tierra para poder asentar todos esos pensamientos que nos aturden porque andan por ahí y no están aterrizados. A veces resulta indispensable un ¨socollón¨ para saber decir: ¨te quiero¨.
3 comentarios:
Genial. Ese niño que aparece allí se merece toda la atención y el cariño que le podás dar. Siempre te recuerdo citando a tu Eunice tuya, con aquello de aprender a ser padres de nosotros mismos. ¡Adelante!
así es.
Ay Carlos, si vieras cómo ha sido maltratado y agredido ese niño. Pero ahora ambos aprendemos a saber decir te quiero y decírnoslo mutuamente.
A ver si llevamos la rosas rojas a Eunice y algunas más para Yolanda, quien será a fin de cuentas la depositaria de la ofrenda para Eunice.
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